Adela Barreto, Abogado del Arte

Me gradué de abogado en la Universidad Católica Andrés Bello en 1995, obteniendo el puesto y rango número uno de mi promoción. Realicé diversos cursos de Propiedad Intelectual (Copyright, Trademarks, Entertainment Law, Publishing Law) en el Franklin Pierce Law Center de la Universidad de New Hampshire y tengo un LL.M en la Universidad de Cambridge. Creo que el estudio y la actualización profesional permanente es fundamental para un abogado que trabaja en el área del Derecho de Autor, por su estrecha conexión con la tecnología.

He tenido la suerte de trabajar junto a creadores y actores del mundo del arte, la cultura, la creatividad y la inventiva. Ellos me han inspirado a desarrollar la habilidad para negociar con la dosis justa de diplomacia y firmeza, así como la capacidad empática de ponerse en el lugar de cada una de las partes del juego. Me han revelado las sutiles reglas que se manejan en estos ámbitos, la sensibilidad y la intuición, entre otras destrezas que día a día aprendo acompañándolos en sus proyectos.

En mi filosofía de trabajo, procuro evitar los conflictos hasta donde sea posible. Y cuando no es posible evitarlos, trato de contenerlos, de que no crezcan ni se compliquen, buscando solucionarlos de la manera más serena, equilibrada y respetuosa posible. 

Una asesoría legal especializada es esencial para el éxito de toda gestión de patrimonios artísticos


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El contacto directo y cercano con cada cliente es fundamental. Me ocupo personalmente de hablar con ellos cuantas veces sea necesario, de diseñar y redactar estructuras legales, contratos y otros documentos, así como de negociar con las contrapartes. Este ha sido mi modo de trabajar de siempre, sin intermediarios, asistentes, pasantes o secretarios. Atender personalmente a cada cliente me permite entenderlo mejor, conocer sus necesidades y por lo tanto, ofrecer soluciones personalizadas, las más adaptadas a sus características y ámbitos en los que se desenvuelve. 

Este es uno de los aspectos en los que mis servicios se diferencian de los de las grandes firmas legales, y que se refleja además en los costos. Mantener una oficina y su personal implica muchos gastos, que se trasladan al cliente. Para ejercer el Derecho del Arte se requiere principalmente de una sólida preparación en las especialidades jurídicas más relevantes, así como de sensibilidad y entendimiento del arte, de empatía con el cliente e incluso con sus contrapartes.

Por supuesto que hay situaciones en las que hace falta contar con una infraestructura de asistentes y gestores, o de establecer alianzas con otros expertos, porque es imposible abarcar todas las áreas jurídicas que puedan estar involucradas en un caso, ni conocer todas las instancias burocráticas de todo el mundo. De manera que trabajo con gestores, corresponsales, oficinas y colegas en América Latina, Estados Unidos y Europa.

Creo firmemente en el lema de que más vale una mala negociación que un buen juicio. Frente a un conflicto por violación de derechos, por rompimiento de contratos o por cualquier otro hecho que cree tensión entre partes, mi objetivo es siempre lograr una solución extra judicial. Negociar, tratar de conciliar, buscar salidas que satisfagan las pretensiones de las partes involucradas es siempre la mejor estrategia, la que desgasta menos, en todos los sentidos, e incluso, la que puede dar lugar a iniciativas y alianzas positivas. Los juicios, en cualquier parte del mundo, son costosos y largos. Sólo cuando los mecanismos de resolución de controversias han sido agotados, aconsejo ir a tribunales.